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Ascenso hacia la cima

Día 31 de Julio (Campo 1 a 4200 metros de altura)

La previsión del tiempo es preocupante. Estamos en el Campo 1 esperando 4 días seguidos de buen tiempo pero eso no pasa. Esta temporada es atípica para esta zona y la climatología está al revés. Normalmente son dos días malos y cinco buenos, pero se está comportando al contrario y aquí estamos, agotando los días sin posibilidad de intentar un ascenso. La previsión ofrece 3 días medio buenos y decidimos hacer un intento express; o lo hacemos o volveremos a casa sin haber tenido oportunidad de intentarlo.

Día 1 de Agosto (Campo 2 a 5400 metros de altura)

Son las cuatro de la mañana cuando nos levantamos para subir al Campo 2. Nos esperan muchas horas de ascenso por el glaciar y sus grietas profundas: las fauces del oscuro infierno. Para llegar al Campo 2 atravesamos fuertes pendientes donde el sol se reflejaba en la nieve y el hielo alcanzando los 44º positivos: un auténtico horno! Después de 9 horas ya estábamos tostaditos como un pollo a l’ast. Al llegar al C2 tuvimos que fundir el doble de nieve, para recuperarnos y para preparar la cena.

Día 2 de agosto  (Campo 3 a 6100 metros de altura)

La noche fué tranquila y la previsión acertaba de momento; otro día soleado nos esperaba en las fuertes pendientes del Lenin. Una hora después de salir el sol, aparecieron fuertes ráfagas de viento que nos obligaron a esperar dentro de las tiendas hasta las 9 de la mañana, que la intensidad disminuyó hasta un nivel aceptable. Nos esperaban otras 8 horas en busca de los 6100 metros del siguiente campamento. Y llegamos. Cansados y deshidratados, pero llegamos. Tuvimos que montar las tiendas y preparar el campamento, porque a esta altura no se puede dejar la tienda montada como en los campos anteriores. El viento y las tormentas son tan feroces que revientan todo lo que se encuentren en ese collado. La puesta de sol desde ese punto es realmente excepcional, todo queda bajo tus pies de un color anaranjado, apacible; te hace olvidarte por unos momentos que estás en un lugar hostil para tu cuerpo, peligroso hasta límites extremos. Bajo la tienda, tapadas por una capa de hielo, hay grieta que si se llegasen a abrir llegarías al Campo Base antes de despertarte. Pero una buena sopita calentita y un poco de música caribeña Cubana (por lo del calorcito) hacen milagros. La previsión para el día siguiente no era muy halagüeña: el frente que traía tormentas para una semana se había adelantado y solo dispondríamos de medio día para llegar a la cima. Tarea difícil si tenemos en cuenta que para llegar a la cima desde el Campo 3, se necesitan entre 8 y 10 horas, más otras tantas para volver al C3, y sabiendo que no puedes salir antes de las 5 de la madrugada porque sino te congelas por el camino antes de que salga el sol. Pero era nuestra única oportunidad y teníamos que intentarlo.

Día 3 de agosto ( 6900 metros de altura y descenso)

Cuando intentas dormir a 6000 metros no duermes, dormitas. El sueño es ligero y las apneas (falta o suspensión de la respiración) te despiertan constantemente, pareces un pez fuera del agua, cogiendo bocanadas de aire en busca de oxígeno que no existe. Y para rematar el viento golpeaba las tiendas con tanta fuerza que no sabias si estabas volando o todavía estabas anclado al hielo. Tanto viento y tanto ruido de nieve en las paredes de la tienda no presagiaban nada bueno. Y así fué: a las 5 de la mañana, después de dos horas de trajín para vestirnos y desayunar (allí todo es lento y cansado) salimos de las tiendas y nos encontramos en un lugar que, si no era el infierno porque hacía frío, se parecía mucho. Comenzamos el lento ascenso, alcanzamos el C4 a 6500 metros de altura y cada vez se ponía más negro, el cielo y la mente. Nos tapamos la cara y los ojos porque el fuerte viento lanzaba cristales de hielo que parecían agujas que se metían por todas partes. Pero seguíamos ascendiendo. Al llegar a los 6900 metros nos encontramos con una pared mixta de hielo y roca de unos 60 metros llamada “knife” (cuchillo) por ser una cresta afilada. Momento clave. Si pasas este tramo comprometido solo te quedarán 4 horas de fácil ascenso hasta la cima, pero para hacerlo deberás usar los piolets por su cuchilla, y los rayos caían por encima de nuestras cabezas. Esperamos un par de horas refugiados tras unas rocas esperando que mejorase el tiempo, pero cada vez estaba peor y la inactividad física y el frío viento comenzaba a bajar la temperatura de nuestros preciados cuerpos.

La situación se complicó hasta tal punto que si mirabas hacia arriba, veías la cima vestida de negro y con forma de guadaña, y si mirabas hacia abajo, veías a los tuyos en casa y calentitos. Cambiamos el chip; dejamos de pensar en la cima y comenzamos a pensar en salir de allí lo más enteros posible. Y después de tres días de descenso entre tormentas y accidentadas grietas, llegamos al Campo Base, sin ninguna lesión (a excepción de de quemaduras en la cara por las extremas condiciones climáticas).

No hemos podido hacer cima, pero os podemos asegurar que ha sido una experiencia maravillosa, en la que todos hemos aprendido muchas cosas y en la que hemos disfrutado con las magníficas montañas del Pamir.

Lo inolvidable e importante de una montaña es el camino que recorres desde que nace la idea hasta que llegas al momento de intentar ascender a la cima. Si lo consigues será estupendo, será la guinda del viaje, pero no es lo más importante. Os agradecemos una vez más vuestro apoyo y os invitamos a que sigáis con nosotros en el camino de nuestros sueños, de 7 Mountains 7 Dreams. Hasta la próxima!!!!